Supongo que el miedo vende más.
Fracaso escolar, baja autoestima, inadaptación social, desajustes emocionales, enfermedades mentales, sobreexcitabilidades, disincronías, problemas de conducta, hipersensibilidad, infelicidad, depresión... En resumen; las diez plagas de Egipto se ciernen sobre el pobre superdotado y su familia.
Pues menos campañas alarmistas y más sensatez.
LOS DATOS HABLAN. ESCÚCHALOS.
Tengo buenas noticias para vosotros, padres sufridores, noticias que no están basadas en datos espurios, ni en suposiciones, ni en estereotipos, sino en investigaciones científicas. Y es que la mayoría de estudios concluyen que «El superdotado muestra un buen ajuste emocional, con una variabilidad similar a la que tiene la población general. Tampoco existe ninguna evidencia empírica de una mayor tendencia hacia ciertas patologías.
O lo que es lo mismo, la superdotación no comporta en sí misma desequilibrios emocionales, aunque (lógicamente) sí que pueden darse ante factores adversos a los que, como la población normal, no son inmunes.» (Acereda y Sastre)
«Los alumnos superdotados suelen presentar una personalidad bastante equilibrada, con niveles óptimos de autoestima y confianza en sí mismos.
Son bastantes flexibles y suelen socializar con normalidad.» (Castelló)
LO CIERTO es que tener una inteligencia significativamente por encima de la media supone una ventaja en la vida, tanto a nivel académico como profesional. NO ES un problema, ni una enfermedad, ni una maldición, ni una carga...
¿Qué hay personas superdotadas con problemas emocionales? Sí ¿y con patologías? También ¿y con...? Que sí, que sí, hay de todo, como en cualquier grupo poblacional. Pero, en contra de lo que algunos pretenden hacer creer, los superdotados con problemas graves derivados de esa condición son una minoría. Se puede aplicar aquí eso de que los árboles no dejan ver el bosque. ¿Qué a esa minoría se les ha de atender? Sin duda. ¿Que se deben aplicar las medidas preventivas oportunas? Por supuesto. Una cosa no quita a la otra.
LA ALTA CAPACIDAD SE DEBE VER EN POSITIVO.
Hay muchas razones para ello:
Poseer una inteligencia elevada no te garantiza el éxito, pero sin duda supone una ventaja para desenvolverse bien en la vida, especialmente en los tiempos que corren, cambiantes, complejos e impredecibles, en los que la capacidad para ajustar el pensamiento a las nuevas exigencias es más necesaria que nunca.
Está comprobado que la inteligencia correlaciona de forma negativa con la conducta delictiva, es decir, que un superdotado es menos propenso a meterse en conflictos, entre otras cosas porque tiene mayor habilidad para resolver cognitivamente los problemas.
Lo indicadores principales de la superdotación son; una gran capacidad para aprender y para utilizar el conocimiento, lenguaje amplio, avanzado y estructurado, buena memoria, alta capacidad para solucionar problemas y para comprender ideas abstractas, amplia gama de intereses, capaz de producir ideas y soluciones nuevas, etc.
En resumen, que tu hijo es un niño listo y espabilado, que razona y se expresa bien, con gran capacidad para aprender, curioso y creativo. Estos son los rasgos que caracterizan la superdotación intelectual. No parece tan malo ¿no?
Entonces... ¿cual es la faceta negativa, la cara B, el lado oscuro?
En síntesis, los factores de riesgo
más comunes vinculados con una elevada capacidad son; las dificultades de socialización, la falta de correctos hábitos de estudio, la disincronía del desarrollo, la alta sensibilidad, el perfeccionismo y la desmotivación escolar.
Estas características diferenciales no son patologías
y, por tanto, no se solucionan a través de vías terapéuticas, sino que, en su mayor parte, son aspectos que se pueden prevenir, paliar o corregir mediante:
- la temprana y adecuada identificación
del tipo de excepcionalidad intelectual (no es lo mismo CI alto que superdotación, no es lo mismo superdotación que talento académico, no es lo mismo precocidad que superdotación...)
- a través de una intervención escolar que satisfaga sus necesidades específicas de apoyo educativo
(aceleración, adaptación curricular...)
- proporcionando a los padres información
veraz sobre las características de su hijo, así como una serie de pautas
de comportamiento
(refuerzos, resolución de conflictos, actitud positiva, expectativas...),
- mediante programas específicos para solucionar problemas específicos (programa de entrenamiento en habilidades sociales, en atención, técnicas de estudio...)
- ...y con el uso indiscriminado de la mano izquierda, la imaginación y el sentido común.
Yo no digo que se deba negar la realidad de una diferencia, ni que no se deban tener en cuenta determinados factores que pueden suponer un riesgo para el desarrollo sano y equilibrado del niño... solo digo que no hay que dramatizar, que no nos debemos centrar únicamente en los aspectos negativos (que solo sirve para angustiar innecesariamente a los padres y condicionar la relación con sus hijos), sino que debemos intentar ser más objetivos y valorar todo el conjunto en su justa medida.
¡Un fuerte abrazo!
Miguel A. Funes